Tus enemigos te acechan cada día desde la oscuridad y todo el tiempo están confabulando para sabotearte.
Esos enemigos conocen a la perfección tus puntos débiles. Incluso se adelantan cuando tú tienes en plan para avanzar.
Están vigilando cada movimiento que realizas. Saben que es lo que piensas, cuales son tus sentimientos, saben tus rutinas diarias, conocen a la perfección el estado de tu salud, incluso saben que es lo que comerás.
Mientras no hagas algún cambio que afecte a tus enemigos ellos están tranquilos, y no te mostrarán su rostro, pues no supones peligro. ¿Alguna vez te paso esto en tu trabajo o negocio?
Ellos hicieron un trato para que tú no puedas avanzar, son tan arteros que se disfrazan todos los días con una falsa sonrisa y te dan una palmadita en la espalda felicitándote.
Pero el día que decides mejorar ellos reaccionan y disimuladamente te dicen “esto que quieres hacer no vale la pena, que te vas a meter en problemas, que mejor seguí nomás como estás” y por tu bien te aconsejan que sigas haciendo lo mismo de siempre y todos contentos.
Ellos no quieren que tú seas mejor y no les gusta que tengas éxito. Estos enemigos con tal de mantenerte en el mismo nivel, incluso se han convertido en tus mejores amigos.
Esos enemigos del día a día son los más difíciles de vencer. Son el obstáculo de tu crecimiento son el muro que te separa del éxito que tanto esperas.
Ya es momento de descubrir esos enemigos que retrasan tu éxito.
No los busques fuera, están dentro de ti. Ellos son los culpables para que tu luz esté alumbrando a medias y la causa que empaña tu visión para alcanzar tus metas y te mantienen aletargado.
¿Cómo descubrir a mis enemigos?
Haz lo mismo que ellos hacen. Empieza detectando quienes son, vigila sus movimientos una vez, y otra vez y sigue vigilando hasta lograr anticiparte a sus movimientos y se día tendrás el control de ese enemigo interno.
Esos enemigos radican en tus pensamientos, tus sentimientos, en tus expectativas y esperanzas, incluso en tu fe.
Las personas vivimos en una dialéctica espiritual, a veces nos inunda un sentimiento de felicidad desbordante que nos da ganas de gritar a los cuatro vientos ese momento único.
Al contrario, otras veces nos encontramos cara cara con nuestros peores enemigos que nos dejan totalmente desolados. En esos momentos tenemos la tentación de claudicar, de renunciar a nuestros sueños. Nos encontramos tan abatidos y agobiados que no vemos una luz en la oscuridad. Sentimos que estamos solo y abandonados a nuestra suerte.
Todo nos parece confuso, y no podemos detener esa marea de pensamientos negativos y pesimistas. La espiritualidad ignaciana llama estos dos momentos como tiempos de consolación y tiempo de desolación.
En el estado de desolación, somos invadidos por la tristeza, el pesimismo, la nostalgia y otros sentimientos. Empezamos a desconfiar de nosotros y nos decimos: yo no puedo, este es mi destino, no lo podré lograr, nunca saldré de esto; añoramos el pasado y nuestra mente se ancla en el ayer.
Asimismo, empezamos a desconfiar de los demás, incluso los consideramos como una amenaza. Nuestro enemigo interno desea que el otro fracase para que yo no me sienta tan miserable.
Si eres consciente de tus sensaciones tendrás el control de tu vida de lo contrario siempre estarás bajo el control de esos mercenarios internos
¿Qué hacer cuando estamos desolados?
No hagas ningún cambio, ni tomes ninguna decisión, deja que las aguas turbias reposen. Una vez encontrado la calma y paz estarás en condiciones de tomar decisiones y no antes.
De ahí la importancia de encontrar un equilibrio mental, emocional, físico.
Es importante que practiques el autoconocimiento, que vigiles tus sentimientos, pensamientos y acciones.
La autoconciencia es la única herramienta para vencer esos enemigos internos. Es como la auditoría de tus finanzas. Si no sabes controlar mínimamente tus ingresos y egresos no podrás tener una economía sana.
El conocimiento interno es la condición característica de una persona imparable.
Para tener éxito, primero tienes que creer firmemente que eres exitoso.
Todo comienza desde tu interior y teniendo el control de esos enemigos internos.